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Le dijo:

—Ve a lavarte al estanque de Siloé (que significa: Enviado).

Luego el ciego fue, se lavó y regresó. Ahora podía ver. Sus vecinos y los que lo habían visto pedir limosna decían: «¿No es este el hombre que se la pasaba sentado pidiendo limosna?» Algunos dijeron: «Sí, es él». Otros dijeron: «No, no es él. Sólo se le parece». Pero él mismo decía: «Sí, soy yo».

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